Introducción
A lo largo de mi experiencia como vendedora de juegos didácticos y como futura integrante del sistema educativo, he escuchado a muchos padres decirles a sus hijos frases como “Esos juegos son aburridos” o “Son para bebés”. También he observado a muchos niños absorbidos por la tecnología, que no saben cómo jugar con otros, compartir, socializar, que no toleran la frustración y que no muestran interés en nada más que estar detrás de una pantalla. Son niños que, aunque están físicamente en un parque, en lugar de disfrutar de los juegos, se encuentran sentados en un rincón con el celular en la mano, desconectados del mundo que los rodea.
No estoy en contra de que los niños utilicen la tecnología; creo que, en su justa medida, es una herramienta fundamental que todos deben aprender a usar. La tecnología brinda información y aprendizajes valiosos, y no podemos aislar a los niños de ella, ya que forma parte del futuro y es una de las habilidades más importantes en este siglo. Sin embargo, no debemos permitir que consuma a los niños, ni que les haga perder lo más esencial de sus primeros años: EL JUEGO.
Los juegos no son aburridos ni “para bebés”. El juego es importante a lo largo de toda la vida, incluso en la adultez. Debemos asegurarnos de que los niños tengan más contacto con el juego que con la tecnología. No digo esto solo para incentivar la compra de juegos didácticos. Cuando hablo de juegos, me refiero a cualquier tipo: fútbol, la mancha, el ajedrez, los bloques, o incluso jugar con una caja, con ollas o con cualquier material que, a menudo, los niños prefieren más que los juguetes. Todos hemos visto cómo, a veces, les compramos un gran juego y ellos terminan jugando más con la caja, y eso es fantástico, porque en ese jugar con una simple caja, suceden muchas cosas que a continuación te voy a contar profundizando en la teoría de porqué el juego es tan importante, aunque parezca algo tan simple.
Los primeros años son importantes.
El período más importante del desarrollo humano es el que comprende desde el nacimiento hasta los ocho años de edad. Durante esos años, el desarrollo de las competencias cognitivas, el bienestar emocional, la competencia social y una buena salud física y mental forma una sólida base para el éxito incluso bien entrada la edad adulta. Aunque el aprendizaje tiene lugar durante toda la vida, en la primera infancia se produce con una rapidez que luego nunca se igualará. Los años correspondientes a la educación preescolar constituyen la parte central del período de la primera infancia, y son los que fundamentan el éxito tanto en la escuela como después de ésta .
Desde la concepción hasta los dos años (o los primeros 1.000 días)
Con la estimulación adecuada, el cerebro del niño forma conexiones neuronales a un ritmo de al menos 1.000 por segundo. Sin embargo, existen indicios recientes de que dicha velocidad podría ser de hasta un millón por segundo. Estas conexiones se ven potenciadas por los entornos ricos, afectuosos y protegidos, en el contexto de una prestación de cuidados receptiva y lúdica que potencie el establecimiento de lazos de unión y de un vínculo seguro, contribuyendo así a un desarrollo emocional positivo.
De los 3 a los 5 años
Es la época habitualmente conocida como “período preescolar”. Las competencias lingüísticas, socioemocionales y cognitivas del niño experimentan un rápido desarrollo. Durante este período resultan esenciales la estimulación y el aprendizaje derivados de actividades como jugar, leer o cantar, así como de la interacción con los compañeros y con los adultos que cuidan del niño, tanto en casa como en entornos de educación preescolar de calidad. El juego en el período preescolar permite a los niños explorar y dar sentido al mundo que les rodea, además de utilizar y desarrollar su imaginación y su creatividad.
De los 6 a los 8 años
Este período normalmente coincide con los primeros cursos de la escuela primaria. El aprendizaje basado en el juego sigue teniendo una importancia crucial, pero a menudo se descuida en favor de enfoques educativos centrados en objetivos académicos. Sin embargo, en este período, los enfoques de aprendizaje activo basado en el juego pueden transformar las experiencias educativas de los niños en los primeros cursos de primaria y fortalecer tanto su motivación como los resultados de aprendizaje
Jugando, los niños aprenden y desarrollan competencias clave
Cuando los niños deciden jugar, no piensan: “Voy a aprender algo de esta actividad”, pero su juego crea potentes oportunidades de aprendizaje en todas las áreas de desarrollo. El desarrollo y el aprendizaje son de naturaleza compleja y holística; sin embargo, a través del juego pueden incentivarse todos los ámbitos del desarrollo, incluidas las competencias motoras, cognitivas, sociales y emocionales. De hecho, en las experiencias lúdicas, los niños utilizan a la vez toda una serie de competencias.
Los niños aprenden de una manera “práctica”: adquieren conocimientos mediante la interacción lúdica con los objetos y las personas, y necesitan mucha práctica con objetos sólidos para entender los conceptos abstractos.
El juego sienta las bases para el desarrollo de conocimientos y competencias sociales y emocionales clave. A través del juego, los niños aprenden a forjar vínculos con los demás, y a compartir, negociar y resolver conflictos, además de contribuir a su capacidad de autoafirmación. El juego también enseña a los niños aptitudes de liderazgo, además de a relacionarse en grupo. Asimismo, es una herramienta natural que los niños pueden utilizar para incrementar su resiliencia y sus competencias de afrontamiento, mientras aprenden a gestionar sus relaciones y a afrontar los retos sociales, además de superar sus temores.
En términos más generales, el juego satisface la necesidad humana básica de expresar la propia imaginación, curiosidad y creatividad. Estos son recursos clave en un mundo basado en el conocimiento, y nos ayudan a afrontar las cosas, a ser capaces de disfrutar y a utilizar nuestra capacidad imaginativa e innovadora. De hecho, las aptitudes esenciales que adquieren los niños a través del juego en el período preescolar forman parte de lo que en el futuro serán los elementos constitutivos fundamentales de las complejas “competencias del siglo XXI”
La importancia del juego en el desarrollo de la primera infancia
Jugar es esencial para que los niños adquieran habilidades para la vida. Es su principal ocupación y les ayuda a desarrollarse, a relacionarse con otros niños y a fortalecer el vínculo con sus padres. Los padres, como primeros maestros, facilitan gran parte del aprendizaje a través de actividades lúdicas, que permiten a los niños entender las reglas familiares y lo que se espera de ellos. Desde bebés, los niños se involucran espontáneamente en actividades que fomentan su desarrollo social, motor y cognitivo. Por eso, es fundamental que padres, cuidadores y familiares dediquen tiempo a estar con ellos de manera activa.
A medida que los pequeños crecen, es importante proporcionarles materiales y juguetes que estimulen su curiosidad. Estas experiencias favorecen su desarrollo mental y físico, mejorando tanto las habilidades motoras finas (como agarrar un lápiz) como las gruesas (como correr o saltar). Además, favorecen el desarrollo del lenguaje, la creatividad y la capacidad para resolver problemas.
Jugar juntos también fortalece los lazos afectivos, permitiendo a los padres apreciar la individualidad de sus hijos, además de ser una excelente forma de reducir el estrés. Reír y relajarse con los niños beneficia tanto a los pequeños como a los adultos.
Hoy en día, el uso excesivo de pantallas limita la actividad física y la imaginación. Es recomendable restringir el tiempo frente a dispositivos a no más de dos horas diarias, y promover al menos una hora diaria de actividad física. Proporcionar a los niños materiales que fomenten la exploración y el aprendizaje es clave para su desarrollo integral.
El juego en la infancia es crucial para aprender a socializar, pensar, resolver problemas y madurar. A lo largo de toda la vida, estas actividades fomentan el bienestar emocional y el aprendizaje. Además, compartir estos momentos con los hijos fortalece los lazos familiares, mejora la comunicación y ayuda a resolver conflictos. También brinda a los adultos la oportunidad de redescubrir el mundo a través de los ojos de un niño.
A modo de cierre
Me gustaría cerrar esta sección con la siguiente frase:
"Cuando me preguntan qué hice hoy en la escuela, respondo: 'Solo estuve jugando.' Por favor, no me malinterpreten. Para que lo sepan, estoy aprendiendo mientras juego. Estoy aprendiendo a disfrutar y a triunfar en mi trabajo. Hoy soy un niño y mi trabajo es jugar." — Anita Wadley, 1974.
Traigo esto, debido a que otra de las problemáticas más observadas en la educación hoy en día es el gran ausentismo, debido a la creencia de que los niños solo van al jardín o a la escuela a jugar, quien no ha escuchado las típicas frases como “¿Para qué voy a mandarlo si solo va a jugar?” o “No aprenden nada”. Sin embargo, espero que después de esta breve sección, muchos puedan comprender que no es así y reflexionar sobre el tema. Los niños no van solo a jugar; juegan, pero en ese juego hay muchos aprendizajes importantes que se pierden si no asisten. Como dice Diane Ackerman, “Jugar es la forma favorita de nuestro cerebro para aprender”, y no debemos privar a los niños de esta experiencia, sino tomar conciencia de su importancia.
Gracias por su lectura.
-Ludmila Pavicich
Bibliografía:
Aprendizaje a través del juego- UNICEF
La Importancia del juego en el desarrollo de la primera infancia- Jona K. Anderson-McNamee y Sandra J. Bailey.
https://maguared.gov.co/wp-content/uploads/2017/06/La-importancia-del-juego.pdf